domingo, 8 de marzo de 2009

Historias de la comunidad

Si cualquiera de nosotros debe tener historias para contar, y varias, imaginen por un momento la cantidad de historias que pueden existir en una comunidad donde viven hoy más de 700 niños, han pasado miles en sus 17 años de creada y vive el día a día de donaciones. Como deben haber supuesto, hay muchísimas historias y la idea de este post es contarles resumidamente algunas de ellas.


Llegadas y el comienzo de una nueva vida


Les presento a Joel. Él llegó a la comunidad de tan solo días de nacido gracias a que la policía lo encontró abandonado en las calles. Lo encontraron completamente desnudo, sin ropa y sin pañales. Hoy tiene casi 3 años y a pesar que aún no habla, cuando uno juega con él pareciera que lo único que anhela es que lo quieran. Busca contacto inmediatamente y eso es suficiente para sentirse bien. No tiene idea de por qué está acá y cuando sea mayor seguro se dará cuenta de quiénes son parte de su familia.

Niños como Joel hoy tienen un futuro gracias a que la comunidad existe, los apoya, alberga y educa. Y esto es posible gracias también a que personas desinteresadas apoyan económicamente a la comunidad. Tu podrías ser uno de ellos. Puedes ser parte del futuro de Joel y de otros niños como él.


Estos 3 hermanos llegaron a la comunidad de muy niños, recuerda Miguel, el fundador de la comunidad. Jordan, “Caparazón” y Renato vinieron de Cusco con su madre buscando mejores posibilidades en Lima sólo para encontrarse con que no podrían mantenerse por sus propios medios. Llegaron a la comunidad muy temprano en Enero y, como es costumbre en esas fechas, el desayuno consistía todavía de panetón navideño en lugar de pan y leche. Primera vez que lo probaban. Al siguiente día desayunaron pan y leche. Al tercer día al sentarse a desayunar Miguel notó que no tocaban su desayuno y al preguntarles por qué la respuesta fue que en esa semana ya habían comido dos veces y que tres veces en una semana debía, sin ninguna duda, tratarse de un error. En sus cabezas la siguiente comida debía llegar recién una semana después.


Historias como estas se repiten a diario en nuestro país. Podemos ser parte del cambio y ayudar a que niños como ellos y otros tantos que viven hoy en la comunidad o en las calles puedan sentir que alimentarse más de dos veces por semana no es extraño. Ayudemos a la comunidad a ayudar a más niños cada vez.


Resultados concretos


No todas son historias tristes dentro de la comunidad. De hecho sus paredes y las miradas de los niños están llenas de esperanzas en un futuro y en el ejemplo de otros chicos que ya salieron de la comunidad y hoy son exitosos profesionales, jóvenes estudiantes, padres y madres de familia, etc. Hasta más de un matrimonio hoy nació dentro de las paredes de la comunidad.

Así les puedo comentar de Rubén, quien a sus 28 años y luego de haber pasado casi toda su niñez y adolescencia en la comunidad, hoy es un exitoso profesional médico que estudia, becado, su especialidad en Cuba. Al egresar de la escuela de medicina lo primero que hizo fue poner, gracias a la ayuda de una ONG española, Madre Coraje, una Clínica que lleva ese nombre en el mismo terreno de la comunidad, y que atiende tanto a los niños como los vecinos de la comunidad en cuidados básicas de salud. Hoy la clínica sigue funcionando con otros médicos a cargo esperando el regreso de Rubén.

También podríamos conversar de Juan, quien vivió toda su vida en la comunidad y que hoy, con tan solo 14 años, ya está en la UNI estudiando Robótica y está pronto a partir a Alemania a estudiar Ingeniería Nuclear gracias a una beca otorgada por el INABEC.


Así como ellos se tienen muchos buenos ejemplos de los resultados de la educación y buena formación que estos niños y jóvenes reciben durante su paso por la comunidad. Podemos asegurar que esto continúe en el futuro haciendo algo hoy.


Contrastes y ejemplos para todos


Algunas de las cosas que más contrastan cuando uno visita la comunidad es el alto nivel de desprendimiento y las ganas de compartir entre todos los niños, a pesar de las carencias latentes que existen en el lugar.

Tuve la suerte en una de mis visitas de estar en el comedor a la hora de almuerzo y ver como recibían a dos niños nuevos, recién llegados a la comunidad. Cuando entraron al comedor luego de haber llegado a la comunidad por una orden del Juzgado, además del “Buenas tardes amigos” que todos corean a la vez cuando alguien entra al comedor, automáticamente todos los niños comenzaron a aplaudirlos en señal de bienvenida. Todos saben lo que han pasado para llegar ahí, algunos la tuvieron más difícil que otros pero con seguridad ninguno la tuvo fácil y quizás es la forma de decirles que a partir de ahora todo estará mejor.

Otro ejemplo claro de esto sucede cada cierto tiempo desde hace poco más de un año, luego del terremoto que azotó el Sur del país. Los sábados se les pregunta a los niños quienes quieren donar su desayuno del día siguiente a los damnificados de Chincha. Sin temor a equivocarme y sin haber hecho grandes cálculos, podría decir que el 99.9% de los niños levanta la mano y, como lo que se dice dentro de la comunidad se cumple, al día siguiente el desayuno se convierte en una rutina de recolectar las raciones de pan ofrecidas en costales mientras cantan todos juntos. Ese día esperan al almuerzo para recibir sus alimentos, pero lo hacen con la satisfacción de haber devuelto a personas más necesitadas un poquitito de lo que a ellos les han podido dar. A su corta edad entienden lo bonito que es compartir.

Nosotros también podríamos hacerlo, tal como ellos lo hacen, de vez en cuando.




Nuestra meta: su futuro




1 comentario:

  1. Muy buenas historias, realmente vale la pena apoyar una causa de este tipo.

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