martes, 16 de junio de 2009

Crónica de una carrera anunciada

La esperada crónica de la carrera. Ironman Brasil 2009, Florianópolis, 31 de Mayo 2009. Desde ya les comento que no voy a resumir nada así que si me explayo un poco espero me disculpen pero es algo que quiero describir en detalle.

Los momentos previos

Me despierto cerca de las 4:30am, salgo del cuarto y me reúno con algunos de los otros triatletas peruanos, Alfonso, Eduardo y Talí, para el desayuno. Cereal con yogurt y un plátano es lo que me va a tener activo durante la carrera y salvo las barras de proteína, unas galletas, los geles y el rehidratante es lo único que voy a comer en este largo día que recién comienza. La cambiada y preparación previa es rápida porque toda la logística ya la dejamos en la carrera el día anterior junto con la bicicleta. Lo único que hay que llevar es a uno mismo, el chip del tobillo y el wetsuit.

Bajamos como 05:10am, la familia está casi lista. Los de Terra también. Harto movimiento en la Posada María’s porque todos los peruanos estamos alistándonos para salir. Las fotos de rigor y mi familia me sorprende con unos polos hechos especialmente para la ocasión.

Salimos de la posada como a las 05:30am, llegamos como a las 06:00am. Me despido de todos y entrando al área de atletas, la pintada de número, el mío es el 1125, y mi familia me sorprende con unas banderolas de La Sagrada Familia y la campaña. Totalmente inesperado, ya era bastante con que estuvieran ahí y me sacan esto.

Entrada, revisión de la bici y noto que estoy un poco nervioso porque, por primera vez desde que compré esa bicicleta a mi amiga la Mona Herrera, triatleta y Ironwoman, veo como que la llanta de adelante está descentrada. Mientras no choque con los frenos no hay problema, pienso para mí mismo, y me trato de olvidar del tema. ¡¡Imagínense 180km pensando que algo le va a pasar a la rueda!! Sigo hacia el área de transición donde me tengo que cambiar y poner el wetsuit. ¡Ahora sí todo comenzó!

En el área para cambiarnos me encuentro con algunos peruanos. Saludos y cada uno se mantiene en lo suyo, concentrado. El área de cambiado para la natación está llena de gente, bebidas hidratantes, agua, frutas, bloqueador solar (aunque no hay ni pizca de sol) y vaselina para evitar el roce del wetsuit con el cuerpo (¡que por experiencia genera quemaduras donde uno se olvida de ponerse!).

Termino de cambiarme y me encuentro sólo con Kike. Salimos junto con Kike y Jorge, de Terra, hacia la playa cada uno buscando a su familia. En el caso de Kike, además de para saludarlos, para entregar la cámara de video que se la había quedado. Encontramos a mi familia (era fácil por la banderola, ¡bien pensado!) pero no a la esposa de Kike así que la cámara se la queda Rebeca con el encargo de pasársela a la esposa de Kike cuando la vea. Nos despedimos de nuevo, mucha suerte y a la zona de partida.

La Natación

Para este momento, siendo mi primer Ironman y segunda triatlón en mi vida, seguía nervioso. Lo único que pensaba era que tenía que salir del agua a tiempo, 2:20 era el corte para eliminarte si no salías del agua. No era posible que hubiera hecho todo lo que hice para que me eliminen en la primera etapa, no hay forma. ¡Varias donaciones dependían de mi avance en la carrera y no me iba a quedar en los primeros 4km!

Para colmo de males, la pocita que habíamos visto los días previos y donde les comenté había entrenado, se había transformado en un mar embravecido, picado, como si tuviera vida y dijera: no se las pongo fácil de ninguna manera. Las boyas que habíamos visto los días previos las habían cambiado, dos de ellas, por unas más pequeñas, más difíciles de divisar dentro del agua (la primera y tercera seguían siendo grandes y la segunda y cuarta enanas).

Seguimos avanzando entre los otros atletas tratando de buscar un claro donde quedarnos tranquilos para esperar el inicio de la carrera. Desde ese claro veíamos flamear una bandera peruana pero no veíamos de quien. ¡Qué importa mientras hayan peruanos! Nos dan el encuentro, de pura suerte entre 1,500 atletas, Talí, Ricardo y Eduardo. Abrazos entre desconocidos, nos saludamos con un argentino al lado. Una arenga entre los peruanos, concentración, buena suerte, una encomendada al de arriba para la serenidad, que me guíe correctamente y a esperar.

Sonó el cañonazo y todo se volvió un loquerío. Gritos de entre júbilo y nerviosismo (yo callado) y a caminar al mar que, por lo menos, estaba igual de temperado que los días previos. La entrada al agua fue lenta, evitando la multitud para encontrar un lugar donde zambullirme pero era imposible, mucha gente en muy poco espacio así que a remar no más. Los primeros metros, no se cuantos, fueron muy trabados. Chocaba por adelante y me golpeaban de atrás pero me cuidé que no me sacaran los lentes de una pataleada.

Cuando ya podía nadar miraba la primera boya. El circuito es como una M comenzando por la vertical de la derecha, 960mt mar adentro nos esperaba esa primera boya. Desde ahí unos 150mt horizontal y 960mt hacia abajo completaban la primera vuelta. El circuito salía del agua por unos metros para volver a adentrarse unos 840mt al fondo, 100mt diagonales y la salida final de 790mt para un total de 3,800mt de nado en mar abierto.

Llegar a la primera boya no fue tan difícil. Las clásicas desorientadas dentro del mar se podían corregir, de alguna manera, viendo a los otros participantes al lado pero cada vez nos íbamos quedando más solos los de atrás. 21 minutos a la primera boya no estaba mal. Miro a la izquierda y veo la “segunda boya” así que junto con varios más hacia allá enfilamos. Como a un tercio del trayecto se nos acerca un kayak y nos “enseña” que estamos en realidad yendo hacia la tercera boya, así que tuvimos que girar 90° y subir vertical. En ese momento el fantasma de la eliminación rondaba por mi cabeza pero no quería ni mirar el reloj. Subiendo hacia la verdadera segunda boya me choco de frente con un grupo grande que bajaba para su primera salida. Me doy cuenta por un manotazo en la cabeza, más fuerte que los que ya habían habido y cuando levanto la cabeza intrigado, veo a todo el grupo así que me salgo de su camino y sigo el mío, hacia la boya. Ya no hay casi gente detrás de mí, o por lo menos eso parece porque con el mar picado podrían haber varios y simplemente no verlos.

De la segunda boya hacia la orilla me animaba el hecho de salir, aunque sea un rato, del agua. Constantemente me tranquilizaba pensando que sólo así podía disfrutar de esta etapa pero pensar que estás a casi 1km mar adentro, en un mar picado, y ver personas que se agarran de las sogas de la boya y de los kayaks te hacía tener que serenarte. Para evitar el miedo a la eliminación me prohibí a mi mismo mirar el reloj hasta salir de la primera vuelta. Si tenía que acelerar, que fuera en la segunda vuelta.

Después de pelearme con la corriente terminé saliendo un poco alejado de la boya de la orilla pero lo que faltó preferí correrlo que seguir nadando contra-corriente. Salgo, las clásicas piernas pesadas fuera del agua, más por la costumbre que el cuerpo no pesa igual dentro del agua que por un cansancio real (teoría mía no más), corro por el corredor, un vasito de agua, los gritos de mi familia, saludos a Terra y al agua de nuevo. Veo el reloj y marca 56 minutos así que me tranquilizo. Si la vuelta grande la hice en 56, la corta la debo hacer en menos y estamos listos con el corte. No hay casi riesgo.

Esta segunda entrada fue más complicada que la anterior. O el mar se puso más bravo o ahora que casi no hay gente nadie me cubre de las olas. Tenías que zambullirte debajo de las olas para que no te revienten encima en la orilla. Una vez pasada la rompiente y sin la ayuda de orientación de un grupo grande, la llegada a la tercera boya se complicó por un mar más picado, para mi gusto, y una corriente que evitaba a toda costa que llegaras a darle la vuelta a la boya de siete metros de alto. Desde ahí, hacia la cuarta boya (esta vez no había como equivocarse) se sintió relativamente sencillo. Yo seguía a buen ritmo, sin cansancios ni calambres y mis brazadas seguían fuertes como al comienzo.

Lo que vino después fue un suplicio. Para la salida final había que apuntar a unas boyas blancas “en la orilla” como en la primera vuelta. Hacia ahí apunté pero la corriente me sacaba de rumbo constantemente así que, como paso en la primera vuelta, decidí no luchar mucho más y salir por un lado . Para mi mala suerte, o poca visibilidad dentro del agua si quieren, estas boyas blancas no estaban en la orilla sino a unos 25 metros de la orilla así que de todas maneras tuve que nadar horizontal a la playa para pasar entre las boyas como decían las reglas. Lo bueno es que el sol había comenzado a salir.

Finalmente salí del agua. ¡¡Veo el arco con el cronómetro, 01:55:06!! Corro hacia la zona de transición, los organizadores me ayudan a sacarme el wetsuit, paso unos segundos por el agua dulce (especie de duchas para sacarse el agua salada) y sigo a cambiarme para la segunda etapa. Una de tres, la más angustiante, check.

La Bicicleta

Zona de transición y una sensación de agua salada en la boca que me trato de quitar comiendo un par de sandías. Secada rápida y a cambiarse. La ropa seleccionada para esta etapa incluía: medias, zapatillas, lycra de ciclismo y encima una colorida lycra de mi tío Juan como homenaje a su reciente fallecimiento, el polo rojo sin mangas de triatlón cargado de geles, 2 barras de energía y unas galletas, casco, guantes y lentes de sol (más por el viento que por el sol). Decidí no ponerme el polo de manga larga, si hace frío me aguanto y además entro en calor rápido, pensé.

A recoger la bici y a pedalear no sin antes escuchar las constantes barras y arengas de la familia. Transición de 11:02 minutos, lenta pero eso no era importante para este primer Ironman. Quedan unas cuantas bicis sin recoger, o hay algunos cuantos detrás o ya varios abandonaron.

La pedaleada comienza bien y empiezo a pasar a varias personas. El recorrido tiene unas subidas al comienzo que hago parado sobre los pedales para recuperar aún más tiempo y porque me siento fresco en realidad. Empiezo a contar a los que paso, uno, dos, tres ciclistas, mujeres, hombres, llego a contar poco más de veinte en algún momento. El sol pronto se va oculto tras unas nubes negras que rápidamente se disponen a descargar la lluvia sobre todos los atletas. No muy fuerte, no tan grave. Un viento asoma para frenarnos a todos los que íbamos en cierta dirección y, me imagino porque a mí no me pasó, a apoyar a todos los que iban en la otra dirección. Lamentablemente yo era de los frenados. Creo que uno siempre piensa que el viento está en su contra porque no importa para donde vayas, siempre se siente así. Igualito que la corriente del mar.

El circuito va por dentro de la isla, bordeando la costa por momentos, por carreteras y túneles y cada 10km un puesto de alimentación con muy amables chicas que ofrecían agua, hidratantes, fruta y hasta beijos al paso. A lo largo de todo el recorrido la gente se apostaba a aplaudir algunos, a tomar fotos otros, y muchos a pedir las garrafinhas a los atletas. Regalé varias a los niños, que las disfruten.

Un par de bebidas hidratantes, un par de plátanos, geles y pastillas de sal según el plan. Como en el kilómetro 50 me acuerdo que tengo que comer y abro mis Ritz traídas desde Lima (cábala de los entrenamientos). Al rato un sonido que me parece como que la llanta de adelante perdía aire así que decido parar. Toco la llanta y estaba todavía inflada pero había perdido algo de aire así que decido cometer mi primer error en la bicicleta: inflarla en lugar de cambiarla!. La inflo con mi pequeño inflador y sigo mi curso. Como en el kilómetro 62 se me acerca un enjambre de periodistas en motos. No puede ser que la campaña haya llegado hasta acá, me dije, pero a los pocos segundos me pasó el pace car (auto que va primero que todos con un cronómetro en el techo) y me di cuenta de lo que pasaba: el líder de la competencia me estaba pasando. Obviamente él iba hacia el final de su segunda vuelta y yo recién en la primera. Lo dejé pasar posando en la forma más aerodinámica posible, no vaya a ser que algún periodista justo tome una foto del campeón pasando a un competidor. Había que estar preparado. Mientras se iba pensaba, “si sólo no hubiera parado a inflar la llanta no más...”

De vuelta a la subida difícil, pero ahora de regreso, ahora un poquito más conservador guardo un poco más de energía pero es inevitable tener que pararse en los pedales. Los autos y la gente siguen apoyando y los niños pidiendo sus garrafinhas. Justo en plena bajada, cuando uno debe agarrar como 60km/hr y ser feliz sin pedalear, la llanta (ojo que no le puse apelativo a la llanta) se revienta. Ahí recién me di cuenta que debí cambiarla. Ni modo, a voltear la bici y a cambiar la cámara. Como no soy experto, me demoro un poco pero creo que lo hice relativamente rápido con las herramientas que tenía. El carrito de auxilio mecánico no apareció sino hasta el final, cuando ya me subía de nuevo. Por supuesto varios de los veintipico ciclistas que había pasado en esa vuelta me pasaron de nuevo así que ahí fue cuando perdí la cuenta y eso dejó de ser importante.

Continúo con la bajada y como en el kilómetro 75 se me acerca una moto y esta vez sí me estaban filmando a mí. Era Jorge, de Terra, y me acompaña hasta el kilómetro 90 y la parada para recoger mi bolsa de special needs. En la parada saco la cámara de repuesto que había guardado en la bolsa, felizmente, mi sánguche de jamón y cuando me dispongo a partir, un señor argentino buena gente me dice que disfrute tranquilo de mi comida, que lo acompañe, que esto tenía para rato (y tenía razón). Así lo hice y me comí mi sanguchito, rápido, pero con la familia y el argentino. Iba 90km y 03:23 horas, bastante más bajo que mi promedio de entrenamientos pero con las dos paradas que les comenté. A recuperar en la segunda vuelta.

Parto nuevamente con mis dos cámaras de repuesto (una original y la de re-repuesto recién recogida) esperando no tener que usarlas y al ratito, kilómetro 115, psssssssssss, segunda llanta reventada. A cambiarla de nuevo y mientras lo hago me pongo a pensar qué hice mal o por qué soy tan piña. Llego a la conclusión, siempre mientras que cambio la cámara y de nuevo sin carrito de auxilio cerca, que no debo haber inflado a la presión adecuada la llanta la vez anterior y que al darle a algún hueco en la pista (habían unos pocos pero les di a todos, creo) la falta de aire había hecho que la llanta se deforme y el aro “muerda” la cámara. Con eso en la cabeza inflé la llanta lo más que pude con mi mini inflador pero me quedé con la idea que podía pasar lo mismo, ¡¡y sólo me quedaba un repuesto!!

Apenas vi un mecánico en moto lo paré tipo taxi, me orillé y cuando se me acercó le pedí un inflador de pie, de esos que miden las libras de presión en la llanta, para sentirme más tranquilo. El tipo, muy calmado, como si esto no fuera una competencia, sacó su celular y me dijo que iba a llamar al mecánico que tenía la bomba de pé. Debo reconocer que me incomodó un poco, por no decir que me molestó bastante, que no tuviera la bomba así que le dije que no iba a esperar y que más bien me alcance más adelante el mecánico que sí la tuviera. Efectivamente el tipo me hizo caso y a los 10 minutos me paró el mecánico con la bomba así que después de mi quinta parada en la bicicleta ya me sentí más tranquilo. Y tenía razón, no volví a necesitar cambiar la llanta o inflarla, mi teoría podría estar correcta.

Como en el 125 me pareció ver a Kike unos minutos detrás de mí pero no podía ser, Kike tenía que haber salido antes que yo del agua y el ciclismo es su deporte fuerte así que no creo. Me debo haber equivocado. Unos kilómetros más allá se disipa la duda cuando veo a su esposa esperando, cámara en mano, que pase Kike. Que raro, le debe haber ido mal en el agua, pero muy mal porque estamos a tres cuartas partes del ciclismo y recién me va a pasar. Pasó lo que debía pasar y Kike me rebasó en el penúltimo túnel donde justo nos cruzamos, unos de ida y sólo Kike y yo de vuelta, con Eduardo y Carlos. Casi todo el team 5am en pleno salvo Fukuda que se hizo un carrerón y nunca lo vimos. Un sonoro ¡VAMOS PERÚ! a cuatro voces sirvió para renovar las energías y los ánimos.

En esta segunda vuelta ya había salido el sol y sólo comí una barra de proteína, más hidratante y los metódicos geles y pastillas de sal.

A partir de la pasada de Kike intenté aumentar la velocidad para evitar que se me escapara muchos minutos, total no faltaba tanto para terminar la bici. Nos cruzamos con Talí que también estaba cerca. Al final, 06:48:44 en la bici con 5 paradas y dos cambiadas de llanta que estimo me quitaron unos 25 minutos por lo menos. Llego entero a la transición, reciben mi bicicleta y a cambiarme para la última etapa. Dos de tres, check.


La Maratón

Para este momento ya habían pasado 9 horas desde el inicio y Eduardo Sturla, el argentino que ganó la carrera y que me pasó en la bicicleta hacía casi una hora que había cruzado la meta. Pero ahí seguíamos todos los demás mortales, camino a la meta. Unos estaban más avanzados que otros, tanto es así que los primeros peruanos cruzaron cerca de las 10 horas y media la meta, pero eso es lo de menos. Lo importante es no abandonar y seguir hasta el final.

Zona de transición, cambio de zapatillas, short, me quedo con el polo, un par de agüitas, gorro y a correr. Yo seguía sonriendo, me imagino que cansado aunque me recuerdo fresco. Nunca había corrido una maratón así que esta etapa era un doble reto para mí.

Como en los entrenamientos, arranqué bien rápido a correr de bajada de la bicicleta. Mientras que a algunos se les complica correr luego de varias horas de bicicleta, a mí, por alguna razón se me hace muy fácil. Tanto así que si algún día corro sólo una maratón creo que voy a calentar montando bicicleta.

Salí a un ritmo de 5min/km o menos y mi “estrategia” (lo pongo entre comillas porque todos me habían dicho que en esta etapa ya la supervivencia era la que primaba y cualquier estrategia pensada poco o nada iba a resultar) era correr a ese ritmo unos 10km para luego alternar, en bloques de 5 en 5 los kilómetros a ritmos de 6min/km y 5min/km y rematar los últimos 5km o lo que pudiera. Me sentía bien y la cuesta empinadísima con la que uno se encuentra a los pocos kilómetros la subí corriendo mientras la mayoría de atletas la subía caminando, guardando fuerzas para después. Como yo no sabía lo que se venía, parte del beneficio de ser un ignorante de maratones, no guardé nada para después pero felizmente no me faltó nada tampoco.

Pude mantener el ritmo fuerte durante unos casi 17 kilómetros y después me vino un primer bajón, natural supongo, que llevó mi ritmo a 7min/km o menos por un par de kilómetros más hasta que retomé un ritmo de 6min/km para terminar la primera vuelta de 21km en 02:08. Nada mal la verdad y estaba tranquilo al punto que cuando crucé por el special needs de la carrera no sentí la necesidad de parar. Tenía ropa más abrigada ahí pero ya estaba caliente y podía aguantar así que seguí a pesar que me esperaba la familia ahí para darme aliento. A Kike lo había pasado ya como en el kilómetro 14 de la carrera y me había cruzado con Ricardo que me llevaba 21km de ventaja.

Ya con la pulsera verde en el brazo, símbolo que había pasado los primeros 21km, mi segunda vuelta, recorrido de 10.5km, fue bastante buena también y me permitió acercarme bastante a Talí y Alfonso Simons, aunque creo que después que me acerqué aceleraron porque no los volví a ver más. El circuito está diseñado de tal manera que permite cruzarte con los atletas que están más adelantados, y también con los que vienen detrás así que cada cruce con peruanos permitía un intercambio de palabras de ánimo a la volada. Me hidrataba sólo con agua, y los metódicos geles y pastillas de sal, y pasaba por los puestos de hidratación corriendo mientras que la mayoría frenaba para tomar agua, hidratantes, gaseosas, sopas y hasta para comer panes y frutas que ahí nos ofrecían. Mi técnica era siempre agarrar un agua y guardar una de repuesto en el bolsillo del polo (esa técnica terminó por hacer que el agua que me guardaba me raspara la espalda y me hiciera una de las únicas heridas de todo el Ironman, las otras eran del roce del chip con el tobillo pero ya era tarde para parar a acomodar cualquiera de las dos) para cuando me tocará la pastilla o el gel y después, en el siguiente puesto, recargaba. Las pulsaciones estaban en 140ppm o menos lo cual era muy bueno pero las piernas ya se empezaban a cansar.

Así terminé la segunda vuelta, 31.5km y la ansiada pulsera rosada que indica que sólo falta una vuelta. Terra esperaba en el puesto de hidratación del kilómetro 32 para unas palabras antes de la última vuelta. Ese fue el único momento que paré, yo digo para conversar pero convenientemente también aproveché para probar la sopa (un par) y como me insistían con la gaseosa se me ocurrió probarla y la verdad me supo tan bien que me tomé cuatro vasitos. Caminé con Terra unos doscientos metros mientras conversábamos, les pedí que le dijeran a mi tío que se consiga la bandera y que me la pase a pocos metros de la meta y recuerdo haberles dicho “...ya llegué, 10km son como un entrenamiento cualquiera...” y con ese ánimo y la meta en la cabeza me eché a correr de nuevo. Comencé lento primero y luego agarré ritmo otra vez. Me cruce con Kike al que en ese momento le llevaría unos pocos kilómetros pues él había recuperado algo de tiempo.

Seguí a buen ritmo en mi última vuelta pasando a muchas personas que para ese entonces estaban, varias, caminando ya. Cuando vi el reloj, 12 horas 58 minutos, me faltaban poco menos de 6km y me di cuenta que, si aceleraba, podía llegar antes de las 13 horas con 30 minutos así que ese fue mi objetivo a partir de ese momento. Aceleré bastante a pesar del cansancio en las piernas y mi corazón se mantuvo estable en alrededor de 140ppm, impensable en un entrenamiento.

Los últimos 3 kilómetros debo haber rematado porque pasé a muchos que iban a buen ritmo con el impulso que les da el ver el último corredor antes de la meta. A unos 200 metros estaba mi familia con la bandera, cambié gorro y lentes de sol por la bandera y me metí un pique de atletismo hacia la meta. La llegada fue increíble, la maratón en 04:23:47.

Ya cruzando la meta, primero el ver el reloj 13:28:09 y el cruzar pensando en mi familia y en todo lo que había tenido que pasar para estar ahí, además de tener la bandera de Perú conmigo y poder levantarla para celebrar fue increíble. Trece horas veintiocho minutos de puro esfuerzo. Trece horas veintiocho minutos y una comunidad en Lima, atenta a lo largo de toda la carrera, que celebra la llegada. Trece horas veintiocho minutos y la satisfacción de la tarea cumplida. No se como explicarlo pero espero que la expresión de mi cara en la foto de llegada sea lo suficientemente expresiva como para que capten la idea.




El beso con Rebeca y el saludo con toda mi familia coronaron esa sensación indescriptible. Creo que estaba bastante entero y si me hubieran dicho que me faltaban 20km más me hubiera lanzado a correrlos sin pensarlo. Tenía la adrenalina a mil y pude haber seguido largo rato más. ¡¡Tres de tres, check y bienvenido nuevo Ironman!!

Entrevista de Terra (por cierto, salgo con cara de destruido en esa entrevista) y al muro a escribir bajo el slogan de la campaña Nuestra meta: su futuro las palabras ¡Promesa Cumplida! Y la satisfacción de que con la cruzada de esa meta conseguía para esos chicos lo que había estado persiguiendo los últimos meses. Ya no era un sueño, había logrado cruzar la meta y, con eso, conseguir las donaciones comprometidas para la comunidad de niños.

Lo que vino después fue júbilo total. Abrazos con los otros competidores, peruanos o no, en una hermandad que es difícil de describir a menos que se haya pasado por eso juntos. Los que estábamos ahí sabíamos lo que costaba y eso era suficiente para compartir los saludos y abrazos. Mención aparte la de Rafa y Motorzinho, los únicos discapacitados de la competencia que, como cualquiera de los demás, terminaron la carrera y nos demostraron a todos que los impedimentos se los pone uno mismo y no una incapacidad física.

Pido disculpas nuevamente por la extensión pero espero puedan compartir mi alegría y emoción al contar lo vivido. La mezcla de sensaciones al llegar y luego pensar en lo que se ha podido lograr, más allá de lo físico, en términos de ayuda para la comunidad es como para contagiarnos todos y repetir esto o algo más.

Mientras sea para los demás, que vengan otros retos.

Recuerden, Nuestra meta: su futuro


miércoles, 10 de junio de 2009

Reportando desde Brasil (escrita unos días antes de la carrera)

Día 0: Miércoles 27 de Mayo - Previo al viaje

Salgo el Miércoles en la noche (el vuelo sale Jueves en la madrugada para ser exactos pero con las horas previas termino saliendo de mi casa Miércoles en la noche) después de un largo día de trabajo y coordinaciones.

Camino al aeropuerto recojo a Walter, reportero de Terra, medio que ha decidido cubrir la campaña y al grupo de peruanos en la competencia y pasamos de último minuto recogiendo un wetsuit prestado para el día de la carrera (el que tengo, también prestado, es de surf y no para nadar, además que con lo que he perdido de peso me queda cada vez más suelto con lo que cuando nado termino cargando agua como una bolsa, además que me da un poco de frío).

Día 1: Jueves 28 de Mayo – Llegada a Floripa

Aeropuerto, counter, impuesto, migraciones y todo el resto de trámites. Finalmente el vuelo de Lan y amanecemos en Sao Paulo. Alquilamos un auto y hacia Florianópolis directo. Son entre 8 y 10 horas de viaje en auto. La salida de Sao Paulo se hace interminable, por el tráfico, y ya después en la carretera el avance es muy fluido salvo un tramo pequeño donde la autopista de 2-3 carriles temporalmente se convierte en carretera de ida y vuelta. La ruta esta bien cargada básicamente por camiones y en el camino nos cruzamos con algunos otros autos que también van a Floripa y uno se puede dar cuenta por las bicicletas en los techos.

El camino se hace larguísimo pero llegamos finalmente en la noche. Posada Maria’s es el hostal donde nos quedamos casi todos los peruanos, en la playa de Canasvieiras. Altamente recomendable. Pizzas, pastas y a dormir.

Clima frío y lluvias ocasionales.

Día 2: Viernes 29 de Mayo – Entrenamientos y familia

Levantada temprano, desayuno y a armar la bicicleta (para el viaje uno la lleva desarmada). Hace frío pero aún así nos vamos a la Expo Ironman (feria donde venden todo tipo de souvenirs de la carrera así como artículos especializados para deportistas, además de ser el lugar donde uno confirma su inscripción y recibe todo el kit inicial) con los wetsuits en la mano para entrar al mar donde se realizará la competencia el domingo, playa de Jureré, para “conocer” el mar y entrenar un poco.

El mar parece una taza de tranquilo. Temperatura ideal a pesar que no hay nada de sol. Entramos unos 6 peruanos al agua. La idea es nadar unos 1,500 metros pero yo, para variar, me desoriento y pierdo el rumbo, ayudado por una ligera corriente. Como me quedé sólo, me aburrí al rato (en realidad también me cansé un poco y me dio miedo quemar fuerzas que con seguridad iba a necesitar el día de la competencia) y me regresé. Mi entrenamiento duró unos 25 minutos, alrededor de unos 900mt. Lo bueno es que el nuevo wetsuit prestado, a pesar que se siente bien apretado, funciona bastante bien así que decido que sea este el que usaré el día de la competencia.

Recepción de kits de la carrera y reglamento. Esto incluye: el chip que debe ir en el tobillo durante toda la competencia, la pulsera de identificación del atleta y una serie de bolsas de colores que uno debe entregar a la organización previo al inicio de la carrera. Cada bolsa, y cada color, identifica una etapa de la competencia y lo que no está ahí, ya no se puede usar. Mi número: 1125.

Almorzamos frente al mar en una playa cercana llamada Ingleses y de vuelta al hotel. En la tarde unos 40 minutos de bicicleta por las playas para probar si todo estaba ok además de usarla de sesión de fotos y entrenamiento con los amigos.

En la noche cena de pastas de todos los atletas y llegó mi familia (ellos hicieron la misma travesía en auto desde Sao Paulo): Rebe, mi mamá, mi hermana y su enamorado, mi suegra y mis tíos Pilar y Manuel Ricardo. Barra asegurada para el día de la carrera.


La comida estaba rica, un show de samba simpático y harto ambiente de competencia. Los peruanos fuimos todos con un polo de Ironman Perú donado por Johann (otro atleta) y a un argentino le gustó así que hicimos el clásico “intercambio de camisetas”. Es parte de la camaradería que se vive y que demuestra que este deporte, antes de ser una competencia para llegar antes que otro, es una competencia con uno mismo.

Posada ya dormir, el Sábado íbamos a salir todos los peruanos muy temprano a pedalear.

Día 3: Sábado 30 de Mayo – Check-in

A sólo un día la carrera amanece lloviendo y con frío al punto que desisto de salir a montar bicicleta con los demás. Nos quedamos unos cuantos. Al regreso del grupo otros cuantos salimos a correr unos 45 minutos y así activar las piernas. Más tarde aproveché para llevar a la familia a la expo y que la conozcan además de ver “in situ” la meta que al día siguiente voy a cruzar.

Luego vino el armado de las bolsas para la competencia. Hice mi lista de lo que debía ir en cada una y la logística se hizo mucho más fácil. Bolsa blanca para las cosas con las que vas el día de la carrera (una especia de mochila para guardar el short y polo con el que uno va el día de la competencia; bolsa negra, que se entrega vacía, sirve para poner en ella todo lo que se usa durante la natación (wetsuit, lentes y gorro); bolsa azul para la bicicleta (casco, guantes, ropa, zapatillas, pulsómetro, lentes, repuestos y comida); bolsa amarilla para la corrida (zapatillas, ropa y podómetro básicamente); y finalmente bolsas verde y roja para “special needs” que son una bolsas especiales para la mitad del ciclismo y la corrida (km 90 y 21 respectivamente) que uno llena con lo que cree que puede necesitar en ese momento, no hay obligación de recogerlas y sólo son un seguro por si acaso. Típicamente uno pone más comida, repuestos y ropa de abrigo por ejemplo y es lo que yo hice.

Esta logística es toda una ceremonia pero es sumamente importante pues lo que no esta ahí ya no se podrá usar. Parte de la tranquilidad al inicio de la competencia está en tener la certeza que las bolsas contienen absolutamente todo lo que se requiere. Es importante el apoyo de los más experimentados para que no se pase nada así que gracias Eduardo por la ayuda!

En la tarde bike check-in y entrega de bolsas. Sigue lloviendo así que no pinta muy bien para el domingo. Incluso se cubren las bicicletas con bolsas para evitar que la lluvia las moje, del todo al menos.

En la noche, luego de algunas coordinaciones para la levantada del día siguiente, a dormir temprano.

Del domingo ya les contaré en la crónica de la carrera que es el siguiente post.

Nuestra meta: su futuro

domingo, 7 de junio de 2009

La previa (escrita unos días antes de la carrera)

A pocos días de la competencia quería comentarles lo que se siente, se vive, y la experiencia de la campaña hasta el momento. Lo estoy publicando tarde (bien tarde) aunque lo tenía ya escrito y pensaba subirlo desde Florianópolis pero los días previos se pasan tan rápido, y el acceso a internet no era tan fácil, así que recién ahora, instalado de nuevo en Lima, se los paso.

Es difícil explicar lo que se siente los días previos sin primero explicar lo que se vivió todos los meses anteriores. Sólo así se puede, quizás, llegar a entender mejor la mezcla de sensaciones.

Volviendo atrás, es increíble lo que ha pasado estos últimos meses. En términos de entrenamiento lo que más recuerdo son todas las amanecidas, la rigurosidad de los horarios, las comidas (a pesar que bajé al final como 4kg!), el esfuerzo físico, el mar frío de las 6am, etc. Por trabajo (y otras veces de vacaciones) tengo la oportunidad de viajar y, contando desde que empecé a correr para el Medio Ironman de Paracas que ya les he comentado, al final he “entrenado” (corrido básicamente pues es más difícil el ciclismo y la natación en otras ciudades) en Buenos Aires, Santiago, Orlando, Miami, Montevideo, Madrid, Arequipa, Piura, Tumbes, Máncora, Cusco (aunque fue un intento frustrado igual lo cuento) y, por supuesto, Lima. ¡¡Una preparación en 12 ciudades y 6 países tiene que rendir sus frutos!! Recuerdo las largas horas de entrenamiento, sobre todo los Sábados (levantada 4am y llegar a casa de vuelta a las 2pm en algunos casos) aunque con un grupo de amigos como el que yo tuve la suerte de tener, y compartir carretera, se te hacen mucho más llevables las largas jornadas. Aprovecho para agradecer a Eduardo, Kike, Alfonso, Carlos y Paolo por la compañía, los consejos, el apoyo en el entrenamiento y por estar siempre atentos al avance de la campaña. De igual forma, y de manera especial, un agradecimiento a los papás de Carlos, grandes compañeros de apoyo a este grupo de deportistas amateurs en su sueño de alcanzar la meta del Ironman.



Centrándome en la campaña, debo primero reconocer que, en el papel, no se suponía que tendría la repercusión que al final creo se consiguió. Cuando ponía esto en blanco y negro, junto con Rebeca, se suponía que no pasaría de nuestros conocidos y, en teoría, entre ellos esperaba recolectar los montos y llegar a la meta. Nos reíamos pensando que algún medio podría darle cobertura, en el fondo nos emocionaba la idea pero no nos la terminábamos de creer, y ya ven hoy el saldo es: 3 canales de señal abierta, 3 de cable, 2 entrevistas en la radio, 2 sitios web, aparición en 3 revistas y un diario. Bastante para una idea que nació sólo de las ganas de ayudar. Creo que ya lo comenté antes pero uno comienza haciendo esto pensando que está ayudando a alguien más y en un par de semanas te das cuenta que es todo lo contrario y que el que sale más beneficiado, por todo lo que recibes a cambio, es uno mismo. A veces pienso que yo me llevo más de lo que estoy entregando pero al final, viéndolo en perspectiva, creo que todos ganan.

El avance de la recaudación ha sido lento pero constante. Hoy estamos al 60.2% (S/. 68,211.33) y seguro con lo que ingrese en estos días previos a la carrera o incluso algunos que esperen el resultado de la misma, llegaremos al 80% de la meta lo que equivale a S/. 90,400. Si bien la idea de no llegar a la meta de recaudación (la meta del Ironman no la cuestioné nunca) al comienzo me desanimaba, luego de una breve reflexión me di cuenta que, aunque no llegara a esta meta, cualquier monto recaudado, sean mil, dos mil, cincuenta mil o noventa mil soles, que es a lo que espero llegar, es bastante dinero para la comunidad y es algo con lo que hoy no cuentan así que el sentido de la campaña no cambia en absoluto. Sigue siendo una idea simple y la respuesta de las personas a favor de una comunidad que necesita de nuestro apoyo.

Hoy, camino a Brasil, tengo en la cabeza a mi familia, a los niños de la comunidad y a todas las personas que me han ayudado a mí y a la campaña a llegar a donde estamos. Está claro que este resultado no es sólo mío sino también de todos los que hicieron el esfuerzo extra de empujar la campaña entre sus conocidos, de buscar el apoyo adicional, de soltar ideas, de dar palabras de aliento, de apoyar con su donación, etc. Todos han sido y serán siempre parte de este proyecto y espero que así se sientan. Sin ustedes probablemente el éxito del proyecto hubiera sido mucho menor así que siéntanse bien!!

Siento una mezcla de emoción y ansiedad por que llegue el día de la carrera, por ver “en la cancha” que el largo entrenamiento sirvió para llegar a la meta, por entregar lo recaudado, escoger el proyecto donde se deba invertir y ver plasmado, en algo tangible, el esfuerzo mío y de todos ustedes hacia estos niños y esta comunidad.

Ha sido una experiencia absolutamente increíble prepararme para esta competencia y poder asociarlo a una campaña de ayuda social y de verdad creo firmemente que si todos llevamos a la práctica las pequeñas o grandes ideas que tenemos, estaremos haciendo nuestro aporte y poco a poco realmente haremos de este país, y de este mundo, un lugar mejor. Háganlo y verán que la gratificación que van a sentir y la respuesta que van a encontrar en las personas va a ser mucho mayor de la que pueden imaginar.

Me ha ayudado en lo deportivo (físico) y también en lo personal
. En mi caso, esto me ha permitido acercarme mucho más a mi familia y las personas que quiero, además de haberme permitido conocer gente espectacular. Ahora se con certeza que si me propongo algo, por más duro e increíble que pueda sonar al plantearlo, con el esfuerzo necesario, la constancia y dedicación que se requiera estoy seguro que no hay obstáculo que no pueda salvar. Además, estoy absolutamente convencido que ayudar es fácil. Facilísimo. Sólo hay que proponérselo y llevarlo a la práctica.

Les dejo un video de lo que significa proponerse algo y salir adelante. Un ejemplo para todos.

Termino agradeciendo a todos los que estuvieron desde el inicio del proyecto, a todos los que se sumaron, a los que se sintieron parte de esto, a los que me enviaron sus mejores deseos, a los que estuvieron y están aún pendientes, a los que leen este blog y a los que se sientan inspirados por esto para hacer algo por los demás. A todos ustedes, gracias por todo.

Nuestra meta: su futuro