Los momentos previos
Bajamos como 05:10am, la familia está casi lista. Los de Terra también. Harto movimiento en la Posada María’s porque todos los peruanos estamos alistándonos para salir. Las fotos de rigor y
Salimos de la posada como a las 05:30am, llegamos como a las 06:00am. Me despido de todos y entrando al área de atletas, la pintada de número, el mío es el 1125, y mi familia me sorprende con unas banderolas de La Sagrada Familia y la campaña. Totalmente inesperado, ya era bastante con que estuvieran ahí y me sacan esto.
Entrada, revisión de la bici y noto que estoy un poco nervioso porque, por primera vez desde que compré esa bicicleta a mi amiga la Mona Herrera, triatleta y Ironwoman, veo como que la llanta de adelante está descentrada. Mientras no choque con los frenos no hay problema, pienso para mí mismo, y me trato de olvidar del tema. ¡¡Imagínense 180km pensando que algo le va a pasar a la rueda!! Sigo hacia el área de transición donde me tengo que cambiar y poner el wetsuit. ¡Ahora sí todo comenzó!
En el área para cambiarnos me encuentro con algunos peruanos. Saludos y cada uno se mantiene en lo suyo, concentrado. El área de cambiado para la natación está llena de gente, bebidas hidratantes, agua, frutas, bloqueador solar (aunque no hay ni pizca de sol) y vaselina para evitar el roce del wetsuit con el cuerpo (¡que por experiencia genera quemaduras donde uno se olvida de ponerse!).
Termino de cambiarme y me encuentro sólo con Kike. Salimos junto con Kike y Jorge, de Terra, hacia la playa cada uno buscando a su familia. En el caso de Kike, además de para saludarlos, para entregar la cámara de video que se la había quedado. Encontramos a mi familia (era fácil por la banderola, ¡bien pensado!) pero no a la esposa de Kike así que la cámara se la queda Rebeca con el encargo de pasársela a la esposa de Kike cuando la vea. Nos despedimos de nuevo, mucha suerte y a la zona de partida.
La Natación
Para este momento, siendo mi primer Ironman y segunda triatlón en mi vida, seguía nervioso. Lo único que pensaba era que tenía que salir del agua a tiempo, 2:20 era el corte para eliminarte si no salías del agua. No era posible que hubiera hecho todo lo que hice para que me eliminen en la primera etapa, no hay forma. ¡Varias donaciones dependían de mi avance en la carrera y no me iba a quedar en los primeros 4km!
Para colmo de males, la pocita que habíamos visto los días previos y donde les comenté había entrenado, se había transformado en un mar embravecido, picado, como si tuviera vida y dijera: no se las pongo fácil de ninguna manera. Las boyas que habíamos visto los días previos las habían cambiado, dos de ellas, por unas más pequeñas, más difíciles de divisar dentro del agua (la primera y tercera seguían siendo grandes y la segunda y cuarta enanas).
Seguimos avanzando entre los otros atletas tratando de buscar un claro donde quedarnos tranquilos para esperar el inicio de la carrera. Desde ese claro veíamos flamear una bandera peruana pero no veíamos de quien. ¡Qué importa mientras hayan peruanos! Nos dan el encuentro, de pura suerte entre 1,500 atletas, Talí, Ricardo y Eduardo. Abrazos entre desconocidos, nos saludamos con un argentino al lado. Una arenga entre los peruanos, concentración, buena suerte, una encomendada al de arriba para la serenidad, que me guíe correctamente y a esperar.
Cuando ya podía nadar miraba la primera boya. El circuito es como una M comenzando por la vertical de la derecha, 960mt mar adentro nos esperaba esa primera boya. Desde ahí unos 150mt horizontal y 960mt hacia abajo completaban la primera vuelta. El circuito salía del agua por unos metros para volver a adentrarse unos 840mt al fondo, 100mt diagonales y la salida final de 790mt para un total de 3,800mt de nado en mar abierto.
Llegar a la primera boya no fue tan difícil. Las clásicas desorientadas dentro del mar se podían corregir, de alguna manera, viendo a los otros participantes al lado pero cada vez nos íbamos quedando más solos los de atrás. 21 minutos a la primera boya no estaba mal. Miro a la izquierda y veo la “segunda boya” así que junto con varios más hacia allá enfilamos. Como a un tercio del trayecto se nos acerca un kayak y nos “enseña” que estamos en realidad yendo hacia la tercera boya, así que tuvimos que girar 90° y subir vertical. En ese momento el fantasma de la eliminación rondaba por mi cabeza pero no quería ni mirar el reloj. Subiendo hacia la verdadera segunda boya me choco de frente con un grupo grande que bajaba para su primera salida. Me doy cuenta por un manotazo en la cabeza, más fuerte que los que ya habían habido y cuando levanto la cabeza intrigado, veo a todo el grupo así que me salgo de su camino y sigo el mío, hacia la boya. Ya no hay casi gente detrás de mí, o por lo menos eso parece porque con el mar picado podrían haber varios y simplemente no verlos.
De la segunda boya hacia la orilla me animaba el hecho de salir, aunque sea un rato, del agua. Constantemente me tranquilizaba pensando que sólo así podía disfrutar de esta etapa pero pensar que estás a casi 1km mar adentro, en un mar picado, y ver personas que se agarran de las sogas de la boya y de los kayaks te hacía tener que serenarte. Para evitar el miedo a la eliminación me prohibí a mi mismo mirar el reloj hasta salir de la primera vuelta. Si tenía que acelerar, que fuera en la segunda vuelta.
Esta segunda entrada fue más complicada que la anterior. O el mar se puso más bravo o ahora que casi no hay gente nadie me cubre de las olas.
Lo que vino después fue un suplicio. Para la salida final había que apuntar a unas boyas blancas “en la orilla” como en la primera vuelta. Hacia ahí apunté pero la corriente me sacaba de rumbo constantemente así que, como paso en la primera vuelta, decidí no luchar mucho más y salir por un lado . Para mi mala suerte, o poca visibilidad dentro del agua si quieren, estas boyas
Finalmente salí del agua. ¡¡Veo el arco con el cronómetro, 01:55:06!! Corro hacia la zona de transición, los organizadores me ayudan a sacarme el wetsuit, paso unos segundos por el agua dulce (especie de duchas para sacarse el agua salada) y sigo a cambiarme para la segunda etapa. Una de tres, la más angustiante, check.
La Bicicleta
Zona de transición y una sensación de agua salada en la boca que me trato de quitar comiendo un par de sandías. Secada rápida y a cambiarse. La ropa seleccionada para esta etapa incluía: medias, zapatillas, lycra de ciclismo y encima una colorida lycra de mi tío Juan como homenaje a su reciente fallecimiento, el polo rojo sin mangas de triatlón cargado de geles, 2 barras de energía y unas galletas, casco, guantes y lentes de sol (más por el viento que por el sol). Decidí no ponerme el polo de manga larga, si hace frío me aguanto y además entro en calor rápido, pensé.
La pedaleada comienza bien y empiezo a pasar a varias personas. El recorrido tiene unas subidas al comienzo que hago parado sobre los pedales para recuperar aún más tiempo y porque me siento fresco en realidad. Empiezo a contar a los que paso, uno, dos, tres ciclistas, mujeres, hom

El circuito va por dentro de la isla, bordeando la costa por momentos, por carreteras y túneles y cada 10km un puesto de alimentación con muy amables chicas que ofrecían agua, hidratantes, fruta y hasta beijos al paso. A lo largo de todo el recorrido la gente se apostaba a aplaudir algunos, a tomar fotos otros, y muchos a pedir las garrafinhas a los atletas. Regalé varias a los niños, que las disfruten.
Un par de bebidas hidratantes, un par de plátanos, geles y pastillas de sal según el plan. Como en el kilómetro 50 me acuerdo que tengo que comer y abro mis Ritz traídas desde Lima (cábala de los entrenamientos). Al rato un sonido que me parece como que la llanta de adelante perdía aire así que decido parar. Toco la llanta y estaba todavía inflada pero había perdido algo de aire así que decido cometer mi primer error en la bicicleta: inflarla en lugar de cambiarla!. La inflo con mi pequeño inflador y sigo mi curso. Como en el kilómetro 62 se me acerca un enjambre de periodistas en motos. No puede ser que la campaña haya llegado hasta acá, me dije, pero a los pocos segundos me pasó el pace car (auto que va primero que todos con un cronómetro en el techo) y me di cuenta de lo que pasaba: el líder de la competencia me estaba pasando. Obviamente él iba hacia el final de su segunda vuelta y yo recién en la primera. Lo dejé pasar posando en la forma más aerodinámica posible, no vaya a ser que algún periodista justo tome una foto del campeón pasando a un competidor. Había que estar preparado. Mientras se iba pensaba, “si sólo no hubiera parado a inflar la llanta no más...”
De vuelta a la subida difícil, pero ahora de regreso, ahora un poquito más conservador guardo un poco más de energía pero es inevitable tener que pararse en los pedales. Los autos y la gente siguen apoyando y los niños pidiendo sus garrafinhas. Justo en plena bajada, cuando uno debe agarrar como 60km/hr y ser feliz sin pedalear, la llanta (ojo que no le puse apelativo a la llanta) se revienta. Ahí recién me di cuenta que debí cambiarla. Ni modo, a voltear la bici y a cambiar la cámara. Como no soy experto, me demoro un poco pero creo que lo hice relativamente rápido con las herramientas que tenía. El carrito de auxilio mecánico no apareció sino hasta el final, cuando ya me subía de nuevo. Por supuesto varios de los veintipico ciclistas que había pasado en esa vuelta me pasaron de nuevo así que ahí fue cuando perdí la cuenta y eso dejó de ser importante.
Parto nuevamente con mis dos cámaras de repuesto (una original y la de re-repuesto recién recogida) esperando no tener que usarlas y al ratito, kilómetro 115, psssssssssss, segunda llanta reventada. A cambiarla de nuevo y mientras lo hago me pongo a pensar qué hice mal o por qué soy tan piña. Llego a la conclusión, siempre mientras que cambio la cámara y de nuevo sin carrito de auxilio cerca, que no debo haber inflado a la presión adecuada la llanta la vez anterior y que al darle a algún hueco en la pista (habían unos pocos pero les di a todos, creo) la falta de aire había hecho que la llanta se deforme y el aro “muerda” la cámara. Con eso en la cabeza inflé la llanta lo más que pude con mi mini inflador pero me quedé con la idea que podía pasar lo mismo, ¡¡y sólo me quedaba un repuesto!!
Apenas vi un mecánico en moto lo paré tipo taxi, me orillé y cuando se me acercó
Como en el 125 me pareció ver a Kike unos minutos detrás de mí pero no podía ser, Kike tenía que haber salido antes que yo del agua y el ciclismo es su deporte fuerte así que no creo. Me debo haber equivocado. Unos kilómetros más allá se disipa la duda cuando veo a su esposa esperando, cámara en mano, que pase Kike. Que raro, le debe haber ido mal en el agua, pero muy mal porque estamos a tres cuartas partes del ciclismo y recién me va a pasar. Pasó lo que debía pasar y Kike me rebasó en el penúltimo túnel donde justo nos cruzamos, unos de ida y sólo Kike y yo de vuelta, con Eduardo y Carlos. Casi todo el team 5am en pleno salvo Fukuda que se hizo un carrerón y nunca lo vimos. Un sonoro ¡VAMOS PERÚ! a cuatro voces sirvió para renovar las energías y los ánimos.
A partir de la pasada de Kike intenté aumentar la velocidad para

La Maratón
Para este momento ya habían pasado 9 horas desde el inicio y Eduardo Sturla, el argentino que ganó la carrera y que me pasó en la bicicleta hacía casi una hora que había cruzado la meta. Pero ahí seguíamos todos los demás mortales, camino a la meta. Unos estaban más avanzados que otros, tanto es así que los primeros peruanos cruzaron cerca de las 10 horas y media la meta, pero eso es lo de menos. Lo importante es no abandonar y seguir hasta el final.
Zona de transición, cambio de zapatillas, short, me quedo con el polo, un par de agüitas
Como en los entrenamientos, arranqué bien rápido a correr de bajada de la bicicleta. Mientras que a algunos se les complica correr luego de varias horas de bicicleta, a mí, por alguna razón se me hace muy fácil. Tanto así que si algún día corro sólo una maratón creo que voy a calentar montando bicicleta.
Salí a un ritmo de 5min/km o menos y mi “estrategia” (lo pongo entre comillas porque todos me habían dicho que en esta etapa ya la supervivencia era la que primaba y cualquier estrategia pensada poco o nada iba a resultar) era correr a ese ritmo unos 10km para luego alternar, en bloques de 5 en 5 los kilómetros a ritmos de 6min/km y 5min/km y rematar los últimos 5km o lo que pudiera. Me sentía bien y la cuesta empinadísima con la que uno se encuentra a los pocos kilómetros la subí corriendo mientras la mayoría de atletas la subía caminando, guardando fuerzas para después. Como yo no sabía lo que se venía, parte del beneficio de ser un ignorante de maratones, no guardé nada para después pero felizmente no me faltó nada tampoco.
Pude mantener el ritmo fuerte durante unos casi 17 kilómetros y después me vino un primer bajón, natural supongo, que llevó mi ritmo a 7min/km o menos por un par de kilómetros más hasta que retomé un ritmo de 6min/km para terminar la primera vuelta de 21km en 02:08. Nada mal la verdad y estaba tranquilo al punto que cuando crucé por el special needs de la carrera no sentí la necesidad de parar. Tenía ropa más abrigada ahí pero ya estaba caliente y podía aguantar así que seguí a pesar que me esperaba la familia ahí para darme aliento. A Kike lo había pasado ya como en el kilómetro 14 de la carrera y me había cruzado con Ricardo que me llevaba 21km de ventaja.
Ya con la pulsera verde en el brazo, símbolo que había pasado los primeros 21km, mi segunda

Así terminé la segunda vuelta, 31.5km y la ansiada pulsera rosada que indica qu

Seguí a buen ritmo en mi última vuelta pasando a muchas personas que para ese entonces estaban, varias, caminando ya. Cuando vi el reloj, 12 horas 58 minutos, me faltaban poco menos de 6km y me di cuenta que, si aceleraba, podía llegar antes de las 13 horas con 30 minutos así que ese fue mi objetivo a partir de ese momento. Aceleré bastante a pesar del cansancio en las piernas y mi corazón se mantuvo estable en alrededor de 140ppm, impensable en un entrenamiento.
Los últimos 3 kilómetros debo haber rematado porque pasé a muchos que iban a buen ritmo con el impulso que les da el ver el último corredor antes de la meta. A unos 200 metros estaba mi familia con la bandera, cambié gorro y lentes de sol por la bandera y me metí un pique de atletismo hacia la meta. La llegada fue increíble, la maratón en 04:23:47.
Ya cruzando la meta, primero el ver el reloj 13:28:09 y el cruzar pensando en mi familia y en todo lo que había tenido que pasar para estar ahí, además de tener la bandera de Perú conmigo y poder levantarla para celebrar fue increíble. Trece horas veintiocho minutos de puro esfuerzo. Trece horas veintiocho minutos y una comunidad en Lima, atenta a lo largo de toda la carrera, que celebra la llegada. Trece horas veintiocho minutos y la satisfacción de la tarea cumplida. No se como explicarlo pero espero que la expresión de mi cara en la foto de llegada sea lo suficientemente expresiva como para que capten la idea.

Entrevista de Terra (por cierto, salgo con cara de destruido en esa entrevista) y al muro a escribir bajo el slogan de la campaña Nuestra meta: su futuro las palabras ¡Promesa Cumplida! Y la satisfacción de que con la cruzada de esa meta conseguía para esos chicos lo que había estado persiguiendo los últimos meses. Ya no era un sueño, había logrado cruzar la meta y, con eso, conseguir las donaciones comprometidas para la comunidad de niños.
Lo que vino después fue júbilo total. Abrazos con los otros competidores, peruanos o no, en una hermandad que es difícil de describir a menos que se haya pasado por eso juntos. Los que estábamos ahí sabíamos lo que costaba y eso era suficiente para compartir los saludos y abrazos. Mención aparte la de Rafa y Motorzinho, los únicos discapacitados de la competencia que, como cualquiera de los demás, terminaron la carrera y nos demostraron a todos que los impedimentos se los pone uno mismo y no una incapacidad física.
Pido disculpas nuevamente por la extensión pero espero puedan compartir mi alegría y emoción al contar lo vivido. La mezcla de sensaciones al llegar y luego pensar en lo que se ha podido lograr, más allá de lo físico, en términos de ayuda para la comunidad es como para contagiarnos todos y repetir esto o algo más.
Mientras sea para los demás, que vengan otros retos.
Recuerden, Nuestra meta: su futuro